
La queja del mar puede ser mínima si sabemos cabalgar sobre él.
Siempre habrá ese atisbo ancestral de sentirlo bajo nuestros pies.
La pesca, su sal, su función sedante.
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Estoy en la pista cómoda. Por el momento no despegaré.
1 comentario:
Caballos de olas.
Crines saladas.
La inmensidad ¡cuán poco somos!
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