Estoy en la pista cómoda. Por el momento no despegaré.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Todavía cuando










Junto a aquella copia de los girasoles de Van Gogh te vacié vencejos con mis manos.
Cerrabas los ojos cuando me mirabas, no hasta el sueño sino hasta mirar más cómo te decía.
Y también te decía aquello de:


Todo en nosotros fluye como savia,
como el agua de la palabra cuando,
con acento y sin él. Somos adverbios
de lugar sin lugar.


I girasole (Enio Morricone/Dulce Pontes)



Viene un suono di campane
A svegliare i girasoli,
Poi si distende verso il maré:
Tutti i girasoli guardano là,
Verso il maré... piú in là...
Dove il rosso fuoco è il sole
E nel azzurro sale

E lanima del mondo
Respirai in me
Quando londa dei mio corpo
Dilaga su di te: maré che si placa nel alba...

Che concerto le campane
Siulla rotta dei gabbiani!
Quando risalgono dal maré, sul duomo rosa medievale...

Voli di gabbiani lassú
Cullanco i campi
Di girasoli,
Come io cullo te:
Taddormenti in me...

2 comentarios:

V. dijo...

Eso es lo que alguien calla. Alguien que se va tomando la acera en sentido contrario. Alguien que jamás querrá poseer una jaula de pájaros.

Tempero dijo...

La tentación al llegar a un lugar siempre conlleva dudas. Cierta esa parte del poema en que, además de lo que somos, también entran los lugares. Instalarse, acomodarse en uno siempre tiene sus ventajas. Un nómada siempre bebe de la nieve más fresca o del pétalo más sangrante.
Yo, Elisa, no me queda más remedio que observar los girasoles como agricultor y como constructor de sueños.